Escrito por: Eugenia Bonanno, Bromat&oacute;loga Cuando el sabor se programa: la nueva era del placer alimentario <p dir="ltr">Durante siglos, la cocina fue un arte sensorial guiado por el instinto, la cultura y la intuici&oacute;n. Sin embargo, hoy nos encontramos ante un cambio de paradigma: el gusto ya no solo se cultiva en cocinas o laboratorios de alimentos, sino tambi&eacute;n en centros de datos, plataformas de inteligencia artificial y estudios de neurociencia aplicada. Bienvenidos al mundo de la neurogastronom&iacute;a digital, donde la ciencia sensorial, los algoritmos y la percepci&oacute;n humana se combinan para dise&ntilde;ar experiencias alimentarias m&aacute;s placenteras, personalizadas e inmersivas. &iquest;Qu&eacute; es la neurogastronom&iacute;a digital? <p dir="ltr">La neurogastronom&iacute;a, como disciplina, se ocupa de estudiar c&oacute;mo el cerebro interpreta y experimenta el sabor, integrando conocimientos de la neurociencia, la psicolog&iacute;a, la fisiolog&iacute;a y la nutrici&oacute;n. Pero su versi&oacute;n digital va un paso m&aacute;s all&aacute;: incorpora sensores, dispositivos biom&eacute;tricos, tecnolog&iacute;as de machine learning y plataformas interactivas que permiten recolectar, analizar y predecir c&oacute;mo percibimos un alimento de forma integral. <p dir="ltr">Esta nueva visi&oacute;n entiende que el gusto no es una propiedad intr&iacute;nseca de los alimentos, sino una construcci&oacute;n sensorial que depende del entorno, del estado mental del consumidor y de su historia sensorial previa. Y que cada experiencia de sabor puede ser modelada como un dato que, al analizarse en conjunto, permite dise&ntilde;ar alimentos con mayor impacto emocional y cognitivo. <p dir="ltr">En esta intersecci&oacute;n entre ciencia y tecnolog&iacute;a, se utilizan herramientas como: <p dir="ltr">EEG (electroencefalograma) para mapear la actividad cerebral al probar un alimento. &nbsp; <p dir="ltr">Seguimiento ocular y facial (eye-tracking, facial coding) para interpretar respuestas inconscientes. &nbsp; <p dir="ltr">Pruebas de conductancia de la piel que miden excitaci&oacute;n emocional. &nbsp; <p dir="ltr">Test hed&oacute;nicos digitales, donde los usuarios califican alimentos mientras se capturan reacciones fisiol&oacute;gicas en tiempo real. &nbsp; <p dir="ltr">As&iacute;, lo que antes era solo una prueba de sabor, hoy se convierte en una base de datos neuroemocional capaz de informar decisiones de dise&ntilde;o, formulaci&oacute;n y marketing de productos. Machine Learning al servicio del sabor <p dir="ltr">El uso de inteligencia artificial en el desarrollo de alimentos ya no se limita al an&aacute;lisis de datos de consumo o la predicci&oacute;n de tendencias. En el contexto de la neurogastronom&iacute;a digital, los algoritmos se entrenan con datos sensoriales y biom&eacute;tricos para identificar patrones de preferencia, detectar correlaciones entre sabor y emoci&oacute;n, e incluso predecir qu&eacute; tipo de textura o aroma generar&aacute; mayor placer en un determinado grupo de consumidores. <p dir="ltr">Este enfoque encuentra aplicaciones concretas en la formulaci&oacute;n de productos: <p dir="ltr">Snacks funcionales con perfiles emocionales: mediante machine learning, se crean combinaciones de ingredientes que no solo son saludables, sino que inducen estados de relajaci&oacute;n o energ&iacute;a seg&uacute;n el perfil del consumidor. &nbsp; <p dir="ltr">Alimentos dise&ntilde;ados para contextos emocionales espec&iacute;ficos, como chocolates para combatir el estr&eacute;s o bebidas que acompa&ntilde;en la concentraci&oacute;n. &nbsp; <p dir="ltr">Sistemas de recomendaci&oacute;n sensorial, similares a los de Netflix o Spotify, que sugieren productos alimentarios basados en la historia de consumo emocional del usuario. &nbsp; <p dir="ltr">Startups como Tastewise, o Ai Palette est&aacute;n liderando este terreno, desarrollando herramientas que combinan IA con an&aacute;lisis sensorial y percepci&oacute;n emocional para que las marcas puedan anticiparse a lo que el consumidor sentir&aacute;, no solo pensar&aacute;, al probar un producto. <p dir="ltr"> Emoci&oacute;n, textura y sabor: la experiencia multisensorial aumentada <p dir="ltr">El placer de comer va mucho m&aacute;s all&aacute; del gusto: es una experiencia sinest&eacute;sica en la que participan la vista, el tacto, el o&iacute;do y el olfato. En la neurogastronom&iacute;a digital, esta integraci&oacute;n sensorial se analiza con precisi&oacute;n quir&uacute;rgica para entender c&oacute;mo peque&ntilde;as variaciones en la textura, la crocancia, la temperatura o el color pueden modificar radicalmente la percepci&oacute;n del sabor y el nivel de satisfacci&oacute;n. <p dir="ltr">Un ejemplo es el trabajo con respuestas emocionales automatizadas: plataformas que, a trav&eacute;s de electrodos o c&aacute;maras de alta resoluci&oacute;n, miden microexpresiones, dilataci&oacute;n pupilar o sudoraci&oacute;n para interpretar reacciones ante un bocado. <p dir="ltr">Esta informaci&oacute;n resulta clave para: <p dir="ltr">Optimizar productos plant-based, mejorando la fidelidad sensorial respecto al alimento de origen animal. &nbsp; <p dir="ltr">Reformular suplementos funcionales, compensando sabores amargos o met&aacute;licos con est&iacute;mulos multisensoriales. &nbsp; <p dir="ltr">Desarrollar chocolates o caf&eacute;s premium donde la textura y la evoluci&oacute;n del sabor est&eacute;n dise&ntilde;adas a partir de mapas emocionales. &nbsp; <p dir="ltr">Marcas como Barry Callebaut, o NotCo est&aacute;n explorando estas tecnolog&iacute;as, no solo para mejorar la experiencia, sino tambi&eacute;n para fidelizar desde lo sensorial, creando v&iacute;nculos emocionales profundos con sus productos. Realidad aumentada y experiencias inmersivas aplicadas a la alimentaci&oacute;n <p dir="ltr">Una de las &aacute;reas m&aacute;s creativas del campo es la que une gastronom&iacute;a, arte y tecnolog&iacute;a inmersiva. En este escenario, la realidad aumentada (RA) y la realidad virtual (RV) se usan para amplificar la percepci&oacute;n sensorial del alimento, manipulando el entorno visual o auditivo mientras se come. <p dir="ltr">Por ejemplo: <p dir="ltr">Aplicaciones que cambian el color de una bebida en tiempo real para alterar su sabor percibido (el color rojo intensifica el dulzor). &nbsp; <p dir="ltr">Experiencias sensoriales inmersivas en restaurantes, donde sonidos ambientales o proyecciones visuales refuerzan la crocancia de un bocado o la frescura de un c&oacute;ctel. &nbsp; <p dir="ltr">Casos educativos donde se utiliza RA para simular las consecuencias de una dieta no saludable o para reeducar el paladar infantil en contextos escolares. &nbsp; <p dir="ltr">Estos desarrollos abren oportunidades tanto para la innovaci&oacute;n culinaria como para la nutrici&oacute;n preventiva, especialmente en contextos donde el disfrute de la comida se ve afectado por tratamientos m&eacute;dicos, envejecimiento o trastornos alimentarios. Neurofeedback del consumidor: la nueva frontera de la personalizaci&oacute;n alimentaria <p dir="ltr">El concepto de neurofeedback implica la lectura de se&ntilde;ales cerebrales o corporales para modificar en tiempo real una experiencia, sea esta emocional, f&iacute;sica o cognitiva. Aplicado al consumo de alimentos, el neurofeedback permite adaptar est&iacute;mulos (sabor, aroma, presentaci&oacute;n) seg&uacute;n las respuestas del consumidor en tiempo real. <p dir="ltr">Esto se traduce en m&uacute;ltiples aplicaciones: <p dir="ltr">Desarrollo de alimentos adaptativos, que cambian su formato o ingredientes seg&uacute;n el estado emocional o estr&eacute;s del usuario. &nbsp; <p dir="ltr">Testeo en vivo de productos en ambientes controlados donde los consumidores son monitoreados mientras comen, y sus respuestas se usan para redise&ntilde;ar la f&oacute;rmula. &nbsp; <p dir="ltr">Plataformas que integran reconocimiento facial y sensores de movimiento para detectar microcambios en atenci&oacute;n, agrado o rechazo. &nbsp; <p dir="ltr">Incluso comienzan a aparecer interfaces conectadas con aplicaciones de bienestar, como anillos inteligentes o pulseras biom&eacute;tricas, que pueden sugerir alimentos seg&uacute;n las m&eacute;tricas del d&iacute;a: nivel de energ&iacute;a, sue&ntilde;o, glucosa o ritmo card&iacute;aco. <p dir="ltr">Desde la perspectiva comercial, esto representa una revoluci&oacute;n en el I+D de alimentos funcionales, pero tambi&eacute;n plantea preguntas &eacute;ticas: <p dir="ltr">&iquest;Hasta qu&eacute; punto es correcto usar respuestas neurosensoriales para manipular la elecci&oacute;n alimentaria? &nbsp; <p dir="ltr">&iquest;Qui&eacute;n debe tener acceso a estos datos? &nbsp; <p dir="ltr">&iquest;Qu&eacute; impacto tiene esto en la autonom&iacute;a del consumidor? &nbsp; <p dir="ltr">Aunque los beneficios en personalizaci&oacute;n son evidentes&nbsp; por ejemplo, adaptar la textura de alimentos para adultos mayores o mejorar el disfrute de personas con disgeusia, tambi&eacute;n es necesario abrir el debate sobre la transparencia, el consentimiento informado y la &eacute;tica sensorial. <p dir="ltr">Conclusi&oacute;n: El futuro del sabor es neurodigital <p dir="ltr">La neurogastronom&iacute;a digital no es solo una tendencia futurista; es el presente emergente de una industria alimentaria que ya no busca solo alimentar, sino emocionar, conectar y personalizar. &nbsp; <p dir="ltr">Esto abre oportunidades inmensas para el desarrollo de alimentos funcionales, plant-based o terap&eacute;uticos que no solo cumplan un prop&oacute;sito nutricional, sino que adem&aacute;s generen placer real, medible y adaptable. En este nuevo paradigma, las marcas ya no solo preguntan &quot;&iquest;te gusta este producto?&quot; sino &quot;&iquest;c&oacute;mo te hace sentir?&quot;. Y la respuesta est&aacute; en los datos que dejamos al saborearlo. <p dir="ltr">El desaf&iacute;o ser&aacute; hacerlo con creatividad, &eacute;tica y prop&oacute;sito, sin perder de vista que, al final del algoritmo, sigue habiendo una persona que busca una experiencia significativa al comer.